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jueves, marzo 28, 2024
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1977 : Debuta Maradona en la Selección

Tiempo de lectura: 5 minutos

PLK - Pablo Lopez KazelianDiego Maradona y la selección argentina: una historia de amor que comenzó en 1977.

PLK - Pablo Lopez KazelianUn día como hoy, 27 de febrero, pero de 1977, Diego Armando Maradona, se pondría la camiseta celeste y blanca, de la selección Argentina. Dos veces tubo que gritar César Luis Menotti, «¡Maradona! ¡Maradona! ¡Venga!», para que Diego, que precalentaba junto a sus compañeros a un costado de la Bombonera, lo mirara.

La selección argentina ya goleaba 5 a 1 a Hungría y El Flaco, como le decían a Menotti, decidió que era el momento indicado para que debutara un pibe que en ese momento tenia tan solo 16 años y 4 meses. Que apenas 130 días antes había tenido su estreno en la primera de Argentinos Juniors.

Sin saberlo, estaba escribiendo un capítulo fundamental de la historia del fútbol.

PLK - Pablo Lopez KazelianCon ese vocabulario tan coloquial y característico de la época, «Prepárese que va a entrar«. El Flaco logró estremecer al chico. Se sentía confiado, pero cuando escuchó el primer «Maradoooooo» desde las tribunas, sus piernas se tambalearon y la emoción lo desbordó. Algo similar había sentido días antes, cuando el DT lo había citado al hotel «Los Dos Chinos», donde concentraba el seleccionado mayor, y le había dicho que si el partido contra los húngaros lo permitía, lo iba a poner unos minutos.

«Va a entrar por Luque. Haga lo que sabe, esté tranquilo y muévase por toda la cancha«, fue la última indicación que recibió antes de ingresar a los 20 minutos del segundo tiempo.

«Lo que sabe» fue precisamente lo que hizo Pelusa, aún a años luz de ser rebautizado como El Diego o D10S. En ese puñado de minutos frente a los húngaros y en todo lo que le siguió después…

Su primer contacto con el balón fue casi instantáneo: Hugo Gatti sacó desde el arco, Américo Gallego la recibió y se la pasó. El pibe, con una melena enrulada negra que le tapaba la frente, habilitó a René Houseman. No fue gol, pero a Diego le sirvió para quitarse la ansiedad. Con el Nº 19 en la espalda recibió la primera gran ovación.PLK - Pablo Lopez Kazelian

«Entonces, me serené del todo. Me alentaba Villa, me cuidaba el Tolo y Carrascosa me decía ¡Buena! ¡Buena!, aunque no la hiciera bien«, recuerda Maradona en su libro «Yo soy el Diego».

PLK - Pablo Lopez KazelianJorge Carrascosa, capitán del equipo argentino en el amistoso frente a los húngaros y durante buena parte de la era Menotti, recuerda aquel momento en diálogo con LA NACIÓN: «Se caía de maduro que era un distinto. Era muy evidente, más allá de su corta edad, que tenía unas condiciones bárbaras. Diego era un adolescente, pero aún sin saber de fútbol lo veías y te dabas cuenta de que era un elegido. Es lo mismo que pasa cuando ves esos videos de Messi cuando era chiquito, con la camiseta de Newell´s, en los que esquiva a todos los rivales y hace goles de todo tipo. No hace falta entender mucho para darse cuenta cuando se está en presencia de un futbolista diferente.»

 

 

Un mini recontó..

Hablar de Maradona o mejor dicho escribir sobre él, toda su historia, seria un trabajo infinito, tendría el tamaño de esas grandes enciclopedias que hacen por fascículos y siempre tendríamos la sensación de que algo falta. Sin descontar, que como en todo proceso histórico, siempre aparece un nuevo hallazgos. Así que vamos a tratar de resumir parte de su vida mundialera en unos pocos renglones:

Tiempo después, con esos mismos colores sobre el pecho, Diego lloro desconsoladamente tras quedar excluido del plantel que ganó el Mundial 78; se fue expulsado por un tremendo planchazo al brasileño Batista en España 82; voló al infinito y más allá para para hacer los dos goles mas importantes de historia argentina «la mano de Dios» y «El Gol del Siglo» todos ellos juntos para construir ante los ingleses el gol más bello de la historia de los Mundiales; alzó la Copa en México 86; lloró de impotencia tras perder la final de Italia 90; le gritó a la cámara y a todo el planeta que estaba más vivo que nunca tras su golazo a Grecia en Estados Unidos 94 y, en su último partido oficial con la casaca argentina, sonrió de la mano de una rubia enfermera poco antes de que le cortaran las piernas en Boston.

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«Como en cualquier otro romance, el camino de rosas también tuvo sus espinas. Pero nada ni nadie podrá romper esa relación. Porque los grandes amores duran para toda la vida.»… busque en mi cabeza y Google, varias opciones… pero esta frase robada de un periodista del diario La NACION lo resume todo…

 

Por Pablo López Kazelian

 

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