Después de algunos días de su deceso de Diego Maradona y de haber escuchado distintas voces, es que me gustaría compartir con todos este ensayo.
Diego, Dieguito, El Diego, Pelusa, Diegol, D10S, Maradó, El 10, Barrilete Cósmico, El Cebollita, El Pibe de Oro y muchos otros apodos más, para una persona que ante todo fue un ser mortal igual que todos. Con sus errores y aciertos, con sus miedos y seguridades…
Tenía tanto simpatizantes como detractores. Fiel a la cultura humana, lo convirtieron en Dios por sus logros y en diablo por sus desatinos.
Lo cierto es que este hombre, hizo lo que pocos en el mundo, salió de la nada misma y llegó a lo más alto que una persona puede… Fue un tipo que se hizo a la vida, de escasa cultura educativa, que aprendió de la calle.
Vivió la vida con una intensidad, que cualquiera necesitaría de 10 vidas para hacer lo que él hizo en tan solo 60 años.
Este hombre, ser humano ante todo, que cometió errores personales de escalas globales, en el cual cargamos nuestra gloria en sus espaldas y lo hicimos responsable de nuestros errores.
Puso a un país en boca del mundo, convengamos que Argentina llegó a ser el país más conocido del mundo por Maradona, no tengo recuerdo o registro de que un deportista ponga en la vida de un planeta a un país. Todos los que viajamos somos testigos de que el sinónimo de Argentina era, es y será Maradona por mucho tiempo más.
Es una persona con una habilidad increíble, jugar a la pelota, que superó al deporte. Llegó a ser tan grande su personaje que tuvo que separarse de él mismo, Diego y Maradona. Había comenzado a referirse a sí mismo en tercera persona. Y hoy con las cartas en la mesa, podría arriesgarme a decir que en algún punto perdió el control de su otro yo.
Podemos culparlo?? Claro que sí, así somos los humanos. No voy a justificar sus errores, pero si voy a pedir que usen la misma vara para todo… porque mientras vos y yo íbamos a la escuela y nuestros padres se mataban por colocar un plato de comida en la mesa, él corría una pelota para tratar de poner el plato frente a sus familia. Porque mientras vos y yo dormimos en una cama caliente, él vivió la peor de sus infancias.
Y si bien él llegó a la fama por su Zurda Inmortal, o por la Mano de Dios, fue un tipo que, como escuche decir por ahí, era todo un artista. Cantaba, bailaba, actuaba, conducía un programa de TV, hacia cualquier cosa que le pidieran. Y lo hacía bastante bien. No fue a una escuela de teatro, ni de canto, simplemente lo tenía incorporado en él mismo.
Su talento deportivo, más su guapeza conseguida, tal vez por dónde se crió, y un carácter carismático, enérgico, cómico, con la firmeza que le permitía ponerse a un grupo de personas a los hombros y sacarlo campeón. A veces se mezclaba con lo irreverente, caprichoso, nocivo, adverso, que lo terminaron llevando a lugares oscuros de los cuales es muy difícil volver. Y siempre pienso lo mismo, no tuvo la educación que tuviste vos o yo, no tuvo tal vez a las personas más acertadas en su entorno, pero hizo lo que pudo.
Y más allá de todo lo que se diga, tuvo que lidiar con varios molinos de viento, enfrentó a grandes corporaciones, gobiernos, organismos y les terminó sacando la careta a varios.
El hombre fue una de las celebridades, si así lo podemos llamar, más famoso de este planeta, era Argentino y defendió su nacionalidad como nadie. Más allá de la cantidad de veces que lo perjudicamos, abandonamos o defraudamos como ciudadanos, como país. Por mucho menos, más de uno eligió negar su nacionalidad, renunciar a estos colores e irse a otro país.
Hay más de 50 canciones escritas en su honor: argentinas, italianas, brasileñas, francesas, cubanas y hasta una maltés. Ningún ritmo se quedó afuera: rock, reggae, folclore, tango, cumbia…
Y si bien muchas son muy bonitas y otras no tanto, el mismo Diego la tildó de la mejor realización hecha en su nombre, con letra y música de Rodrigo Bueno, nunca se dejará de escuchar “La Mano de Dios”.
Su casamiento fue en el Luna Park, la meca del deporte argentino, y se transmitió por TV, como si fuera uno de los eventos deportivos más importante del país.
Su despedida no podía ser menos, y se realizó en Casa Rosada. Si bien se han despedido allí los restos de varios políticos y ex mandatarios, como Néstor Kirchner, Bartolomé Mitre, Manuel Quintana, Carlos Pellegrini, Roque Sáenz Peña, Julio Argentino Roca y Marcelo Torcuato de Alvear… También se despidieron los restos de Juan Manuel Fangio, símbolo y representante del automovilismo Argentino.
Al funeral asistieron varias figuras públicas del deporte y del espectáculo, como así varios mandatarios y ex mandatarios del mundo entero, como Evo Morales (Bolivia), Sebastián Piñera (Chile), Rafael Correa (Ecuador), José Mujica (Uruguay), Fernando Lugo (Paraguay), Juan Manuel Santos (Colombia), Hugo Chávez (Venezuela) y Lula da Silva (Brasil).
Y otro tanto que no pudieron asistir físicamente, pero sí se hicieron presentes de manera virtual. De todas las edades, de todos los deportes, de todas las actividades, de todos los cultos y religiones, de todo el mundo. No faltó nadie…
Su fallecimiento fue tan importante, que después de 8 o 9 meses de aislamiento y muertes, de problemas mundiales por el COVID, parecía que la pandemia ya había pasado, que el virus había desaparecido, nadie más hablaba del tema en el mundo. Todo era Maradona…
Y luego todo se empaño, quiero pensar que con la mejor de las intenciones por todas las partes intervinientes y tras los nervios del acontecimiento, el gobierno de turno, en conjunto con la familia del astro, tomaron una serie de decisiones desafortunadas por donde se la mire.
La escaramuza de malas decisiones llevó a que una vez más entremos en el lado oscuro de la humanidad. Se rompieron todo tipo de protocolos y acuerdos, mostraron una Argentina dividida por el odio y la irresponsabilidad. Mostraron que no estamos preparados para ser una sociedad digna. Todos somos culpables, por acción u omisión.
Como muchas veces pasa, ahora que se fue, mucha gente tomó dimensión de quién era, del vacío que va a dejar ahora. Porque incluso con sus errores, nos dejó alguna enseñanza.
Y como dijo el poeta británico Alexander Pope: “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”.
Solo espero que podamos rectificar los errores. Si bien hay cosas que no tienen un vuelta atrás, hay otras que sí podemos evitar que se repitan.
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