Así empezamos a cerrar las puertas: la primera cerradura mecánica de la historia era tan sencilla como fascinante y este vídeo lo deja claro
A veces tengo esos momentos donde la curiosidad me supera y busco cosas como esta, elementos cotidianos sobre los que no sé casi nada. Ni cómo se hacen, ni por qué son cómo son, ni por supuesto de donde han salido. Y no me refiero a un tostador eléctrico o una licuadora eléctrica… Me refiero a cosas que llevamos usando durante toda nuestras vidas, de forma intensiva y que nos han acompañado en las situaciones más inverosímiles. Hablo, por ejemplo, de las llaves de casa.
A ver, tengo una idea intuitiva sobre ellas y no hace falta ni decir que era relativamente consciente de que en las chozas comunitarias de adobe y cañas del neolítico superior no debía de haber más que algún pestillo aislado más pensando para evitar sorpresas que para cerrar a conciencia. Sin embargo, hasta que no vi este video de la primera cerradura egipcia, creo que nunca me había planteado sobre su origen.
Realmente para la época una de las maravillas de la ingeniería que mas usamos y que seguimos rediseñando. “La cerradura“.
Tan simple como revolucionario.
Y es que la mal llamada cerradura egipcia (todo parece indicar que se inventó en Mesopotamia) es una pequeña maravilla de la tecnología y, hasta donde llega la evidencia arqueológica, el primer cierre mecánico para la historia.
Este mecanismo está formado por una llave (un trozo de madera con pequeños dientes), un pasador hueco con tres orificios y una cerradura con tres pernos metálicos. Los pernos de la cerradura entran en el pasador y unifican la pieza dándole estabilidad e impidiendo que se abra el sistema. La llave se usa para levantar los pernos con sus dientes y desbloquear la cerradura. Tan simple como revolucionario.
Hay más versiones de este sistema, evidentemente. Algunas sustituyen el pasador hueco por unos pernos un poco más elaborados. Sin embargo, este me parece muy interesante por la sencillez en su explicación.